miércoles, 11 de febrero de 2009

DE SAPOS Y PRINCESAS

Hola ¿Cómo has estado?
Si ya sé, la crisis económica, la violencia, la tele, el amor infiel, las mentiras, en fin son muchos sapos que hay que tragarse a diario. Pero te cuento que no es obligatorio. Es cuando abres la puerta que se entran los sapos. Pero si tienes un buen “esopanta-sapo” no hay problema. Pero esa es otra historia.
Pero a propósito de sapos, quiero contarte una historia muy bonita, que te hará pensar. Conozco muchas mujeres que se han quedado a “vestir santos” por esperar a su príncipe azul. Tú también debes conocer a algunas. También seguramente has escuchado ese cuentito, de la princesa que encuentra un sapito en la alberca de su palacio al cual le dio un besito y se convirtió en un hermoso príncipe azul…Bueno esa es por lo menos la historia que esta niña, le contó al día siguiente a su padre cuando la encontró en la cama con el afortunado “sapito”.
Princesas o no, con sapos de por medio, aquí lo que nos enseña esta historia es que, todas las mujeres son más o menos una especie de princesas y que todos los hombres son más o menos unos sapos. ¿Por qué?
En mi humilde opinión, las mujeres son el retrato más exacto de Dios. El hombre por su naturaleza egoísta y machista vicia ciertas virtudes divinas. El hombre, es más infiel, es menos cariñoso, es más materialista, es más mundano, es incrédulo y un largo etcétera.
¿A que me refiero? En una relación de pareja, la mujer es como el capitán del barco. Es la que tiene los medios para cambiar al sapo en un hermoso príncipe. Se entiende que un princesa tiene poder y belleza para hacer de su sapo un príncipe.
Si bien todos los sapos pueden ser susceptibles de tragar, hay sapos que sencillamente son indigeribles, hay enamoramientos que son imposibles. ¿Cuál es la sazón que hace que un sapo sea agradable?
Atención: “Todas las mujeres pueden convertir sapos en príncipes” Pero bajo una premisa, toda mujer que tiene una buena relación con las cosas de Dios, tiene la varita mágica para desencantar a su sapo. Este es el poder de una mujer para cambiar. La mujer sin Dios es sencillamente otro sapo. Y sabes que un sapo más otros sapo, igual sapitos.
Que tengas un hermoso día
Abrazos
Herland

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